Crónicas de la Dragonlance, libro 2: La Tumba de Huma
Si El retorno de los dragones fue el primer acto de las maravillosas Crónicas de la Dragonlance, de Margaret Weis y Tracy Hickman, La Tumba de Huma es un segundo arco no menos maravilloso. Tal y como ya vimos en la reseña de la primera novela de la trilogía, El retorno de los dragones estaba pensada como un punto de arranque para los lectores, y sigue siendo el mejor punto de inicio para quienes visitan Krynn por primera vez.
Como tal presentaba personajes, contexto, razas y diferentes lugares del fantástico mundo de Krynn, en una historia que, como los mismos protagonistas, abarcaba cada vez más y más, explorando junto a al propio lector el mundo en el que todo sucedía. En esa novela pudimos conocer también a los protagonistas, tanto a los llamados Compañeros como a todo tipo de secundarios. ¡Por cierto, tanto Weis como Hickman han declarado que este es su libro preferido de los tres que componen las Crónicas de la Dragonlance!
Para cuando arranca La Tumba de Huma, el lector ya conoce todo lo que necesita conocer sobre el Krynn, sobre su historia, sus dioses, sus héroes y villanos, e incluso sobre el grupo de personajes que protagonizan la historia. Así que, hechas las presentaciones, llega la hora de crecer. ¡Porque de esto trata esta novela! En ella, la trama florece y evoluciona sin parar, hasta que, lo que en El retorno de los dragones comenzó como una trifulca de taberna, deriva en un conflicto a nivel mundial en el que se ven involucradas todas las razas de Krynn, les guste o no. También crecen los personajes, quienes obtienen un fascinante desarrollo respecto a lo que pudimos leer en El retorno de los dragones. En este aspecto destacan Laurana y Sturm, en contraste con personajes como Caramon, Tas o Flint, que parecen cambiar poco, si es que cambian. En un punto intermedio quedan Tanis y Raistlin, quienes sí que sufren una clara evolución, pero más limitada. En el caso de Tanis se debe a que en el momento de su presentación en la primera novela ya aparecía como un personaje maduro y desarrollado, mientras que Raistlin, mucho menos desarrollado al principio de la historia, sí tiene enormes progresos en La Tumba de Huma, pero no tan grandes como los que aún están por venir y que veremos en la tercera novela de la trilogía. Respecto a los dos personajes mencionados antes, a Sturm corresponde la evolución más vertiginosa, forzado a ello cuando se ve involucrado más que ninguno de sus compañeros en la guerra contra la Oscuridad. Suya es una de las escenas más bellas de la novela; una escena que además resulta desgarradora. A Laurana, por otro lado, corresponde la evolución más notable, pues el suyo es el cambio más radical de todos, ya que pasa de ser una chiquilla malcriada a transformarse en una noble heroína que hará cualquier sacrificio para proteger al mundo de las fuerzas de las tinieblas.
La historia avanza, el enemigo cobra ventaja y los héroes se ven obligados a separarse, pese a que saben que no todos sobrevivirán a la guerra. Sin embargo, en medio de la destrucción y la desesperanza, surge también una luz que infunde valor a quienes se atreven a oponerse a las tinieblas, un descubrimiento que dará a los héroes una oportunidad de vencer. El precio, por desgracia, es inesperadamente alto... ¿Valdrán la pena los sacrificios hechos y los amigos perdidos? ¿Existe aún esperanza para un mundo condenado? Y, lo más preocupante de todo, ¿qué demonios está planeando ahora Raistlin Majere y de qué lado está en realidad? Las respuestas y el explosivo final de las Crónicas de la Dragonlance podrán encontrarse en la novela La Reina de la Oscuridad. Que, siendo sinceros, como título no augura un gran futuro para los protagonistas...
JOAQUÍN SANJUÁN