Magia, de lo fantástico a lo histórico (2)

24.01.2022

¡Bienvenidos de nuevo a este viaje en tres entregas! Al igual que en la entrega anterior, vamos a conocer un poco más sobre la magia a través de la Historia. Si en el artículo anterior hablé un poco del concepto histórico de la magia a nivel general y después seguimos la evolución de la misma a través de las primeras sociedades, con destacada mención a la griega y la egipcia, ¡hoy llegaremos hasta el Renacimiento

Escultura que representa un druida.
Escultura que representa un druida.

LA MAGIA EN EL NORTE DE EUROPA. Si nos vamos hasta la época de las culturas celta y nórdica, dos de las que me producen más interés a nivel personal, es fácil darse cuenta de que sus respectivas creencias y mitologías estaban plagadas de objetos mágicos, los cuales aparecían con mucha más asiduidad y de manera mucho más relevante que en anteriores mitologías. Si bien las similitudes entre una y otra mitología no terminan ahí, lo cierto es que cada una de ellas tenía una manera diferente de entender la magia, y también una forma muy particular de representarla. Vamos a verlo.
En la sociedad celta la magia estaba estrechamente vinculada a la misteriosa figura del druida. Poco se sabe de estos, a decir verdad, pues no dejaron documentos escritos, por lo que tan solo conocemos aquello que sobre ellos escribieron griegos y romanos, lo que hace que sean textos poco imparciales, dada la mala relación de estos pueblos con los celtas. Sí que sabemos, sin embargo, que eran líderes religiosos, poetas, herboristas y médicos, y que su magia estaba estrechamente vinculada a los bosques, por lo general a bosques encantados, oscuros e impenetrables y repletos de magia.

Representación fantástica de un druida.
Representación fantástica de un druida.

La relación entre magia y bosques no es exclusiva de la mitología celta, pues también podemos encontrar casos similares en la nórdica. El Bosque de Járnvidr, por ejemplo, era el lugar donde nacían los monstruos según las creencias nórdicas. Sin embargo en la mitología nórdica nos podemos encontrar con una visión de la magia diferente, pues esta estaba dirigida hacia el conocimiento y el modelado del destino. Podemos ver ejemplos de estos en las nornas, por ejemplo, o en la historia que narra que Odín (Grímnir) sacrificó un ojo para obtener conocimiento. Pero, además de esto, la magia en la mitología nórdica estaba estrechamente vinculada con las runas, que aún se siguen utilizando hoy en día con fines esotéricos.
En general vemos que, tanto en un caso como en el otro, la magia seguía estrechamente vinculada al conocimiento y a la sabiduría, y los magos no eran otra cosa que sabios con conocimientos que resultaban desconocidos e inalcanzables para la mayor parte de unas civilizaciones en las que leer y escribir era todo un privilegio. No es de extrañar que un sanador o un alquimista fuesen, a los ojos de esa población, individuos de poderes mágicos.   

¡Brujería!
¡Brujería!

LA EDAD MEDIA. La forma en que la magia fue vista en la Edad Media estuvo estrechamente ligada a la Iglesia, tal y como pudimos ver al final del anterior artículo. Si bien al principio la Iglesia rechazó todo tipo de magia, pronto se dio cuenta de que eso suponía ciertas incoherencias, pues las vidas de los santos parecían mágicas y albergaban incontables reliquias y milagros, lo que no dejaba de ser un tipo de magia. Hay que recordar que, ya desde las primeras civilizaciones, la magia había estado estrechamente ligada a los mitos religiosos, y eso no era una excepción para la Iglesia. Pero no solo eso, pues los propios textos sagrados de la Iglesia caían en contradicciones, entre las que destaca la postura ante el demonio: dependiendo del texto leído, se negaba su existencia o se le consideraba el causante de todo mal, lo que implicaba que, a juicio de la Iglesia, sí existía. ¿En qué quedamos?
Así pues, se optó por corregir esto a fin de no perjudicar su propia fe, por lo que se revisaron y adaptaron los textos sagrados y, al mismo tiempo, se aceptaron algunas ramas de la magia, como la astrología, mientras que se rechazaban otras, como la nigromancia (que consistía en adivinación a través del contacto con los muertos, nada que ver con esa visión fantástica relacionada con invocar muertos vivientes), en un intento por crear una distinción entre magia buena y magia mala. Sin embargo esto no evitó la proliferación no solo de cultos que seguían sendas inadecuadas a ojos de la Iglesia, así como la publicación de grimorios, que no eran otra cosa que compilaciones de obras ocultistas. El problema siguió creciendo hasta el punto de que fue cuestionado el lugar del ser humano en el universo, e incluso se insinuó que este podía alzarse por encima de los ángeles. Esto, naturalmente, no gustó a la Iglesia, lo que provocó que se tomasen medidas con presteza: todo aquello que no encajaban con lo que la Iglesia consideraba aceptable, fue tachado de herejía, y prohibido.  

¿A que no parece tan mala?
¿A que no parece tan mala?

LA MAGIA EN EL RENACIMIENTO. En el Renacimiento cada vez eran más los religiosos que se interesaban por la magia y las ciencias ocultas, lo que no deja de ser irónico si tenemos en cuenta que fue precisamente la Iglesia de la época romana la que prohibió y puso fin a esas prácticas. Sin embargo muchos otros religiosos de la época se mostraron en contra, lo que supuso una fuerte controversia en la época. Grandes mentes de la época, como el mismísimo Shakespeare, mostraron gran interés por la magia, lo que nos permite hacernos una idea de hasta qué punto esas creencias resultaban habituales en la época.
A nadie sorprende que la Iglesia tratase de resolver el problema de la misma manera que lo había hecho siglos antes, durante el ocaso del Imperio Romano de Occidente: ejecutando a todos aquellos que no pensaban como ellos.


John Dee. (Siglo XVI y principios del XVII). Matemático, ocultista, astrólogo y alquimista. Trabajó para Isabel I, a la que escribía horóscopos. Buscó siempre la comprensión de los mecanismos internos del universo. Durante sus últimos treinta años de vida se sumergió en las ciencias ocultas y en lo sobrenatural en busca de respuestas, y con la intención de contactar con ángeles y con los espíritus de los muertos (lo que era considerado nigromancia). Tan solo tuvo éxito tras asociarse con Edward Kelley, quien a lo largo de su vida fue repetidamente acusado y condenado por estafador, timador y embustero, condenas que lo llevaron a las cárceles de diferentes países. Finalmente Dee murió en la indigencia y sin haber conseguido nunca su objetivo de contactar con ángeles o espíritus.   


¡Que viene la bruja, con sus pócimas de hierbas y sus conocimientos!
¡Que viene la bruja, con sus pócimas de hierbas y sus conocimientos!

A finales del siglo XV se publicó un libro, Malleus Maleficarum, escrito por dos inquisidores. Este desafortunado libro vinculaba la brujería con el diablo y con las mujeres, lo que cambió por completo la situación de la magia. Si hasta el momento se había perseguido sobre todo a hombres, a partir de entonces fueron las mujeres las más acusadas y condenadas; si hasta el momento toda forma de magia rechazada por la Iglesia se había considerado nada más (y nada menos) que herejía, desde ese momento se transformó en brujería y se estableció una relación directa entre esta y el diablo, lo que condenaba a las brujas irremediablemente. Estas brujas surgieron al deformar la imagen de la sabia rural, de la mujer, a menudo solitaria y soltera, con conocimientos de hierbas y de medicina rudimentaria, así como hacedoras de amuletos. Eran, ni más ni menos, las mismas habilidades que tenían aquellos considerados médicos y magos para griegos, romanos o egipcios. Sin embargo la podrida reinterpretación que ofreció el Malleus Maleficarum, convirtió en monstruos a quienes antes se había considerado como sabios. Surgieron entonces ideas sobre brujas y brujería, ideas que fueron implantadas en el imaginario popular, y de las que una parte aún permanece. Se hablaba de sacrificios humanos y de juramentos de lealtad al demonio, de raptos de niños, de vuelos en escobas y aperos de labranza, de familiares con forma de pequeñas criaturas. Semejante despropósito llevó a que, en el siglo XVI, el Papa condenase a muerte a las brujas. Curiosamente, y pese a que en el imaginario popular se piensa que España fue uno de los países que las cazó con más celo, lo cierto es que la caza de brujas era muchísimo más frecuente en el norte de Europa, y que fue la Inquisición Española quien advirtió que no había que hacer caso al Malleus Maleficarum, libro al que acusó de sumamente peligroso por sus ideas extremistas y su incitación al odio.
Si algo dejó claro esta época, fue la distinción entre magia y ciencia, hasta el momento confusa. Gracias al Renacimiento ambas fueron separadas, y, mientras la ciencia se utilizaba para dar explicación objetiva de causa y efecto, la magia aplicaba explicaciones sobrenaturales que trataban de justificar de forma fantasiosa aquello que no se comprendía.   

Nos quedamos en compañía de brujas e inquisidores. ¡Estad atentos al próximo artículo, pues será la conclusión de este viaje!

JOAQUÍN SANJUÁN