Magia, de lo fantástico a lo histórico (2)
¡Bienvenidos de nuevo a este viaje en tres entregas! Al igual que en la entrega anterior, vamos a conocer un poco más sobre la magia a través de la Historia. Si en el artículo anterior hablé un poco del concepto histórico de la magia a nivel general y después seguimos la evolución de la misma a través de las primeras sociedades, con destacada mención a la griega y la egipcia, ¡hoy llegaremos hasta el Renacimiento





John Dee. (Siglo XVI y principios del XVII). Matemático, ocultista, astrólogo y alquimista. Trabajó para Isabel I, a la que escribía horóscopos. Buscó siempre la comprensión de los mecanismos internos del universo. Durante sus últimos treinta años de vida se sumergió en las ciencias ocultas y en lo sobrenatural en busca de respuestas, y con la intención de contactar con ángeles y con los espíritus de los muertos (lo que era considerado nigromancia). Tan solo tuvo éxito tras asociarse con Edward Kelley, quien a lo largo de su vida fue repetidamente acusado y condenado por estafador, timador y embustero, condenas que lo llevaron a las cárceles de diferentes países. Finalmente Dee murió en la indigencia y sin haber conseguido nunca su objetivo de contactar con ángeles o espíritus.

A finales del siglo XV se publicó un libro, Malleus Maleficarum, escrito por dos inquisidores. Este desafortunado libro vinculaba la brujería con el diablo y con las mujeres, lo que cambió por completo la situación de la magia. Si hasta el momento se había perseguido sobre todo a hombres, a partir de entonces fueron las mujeres las más acusadas y condenadas; si hasta el momento toda forma de magia rechazada por la Iglesia se había considerado nada más (y nada menos) que herejía, desde ese momento se transformó en brujería y se estableció una relación directa entre esta y el diablo, lo que condenaba a las brujas irremediablemente. Estas brujas surgieron al deformar la imagen de la sabia rural, de la mujer, a menudo solitaria y soltera, con conocimientos de hierbas y de medicina rudimentaria, así como hacedoras de amuletos. Eran, ni más ni menos, las mismas habilidades que tenían aquellos considerados médicos y magos para griegos, romanos o egipcios. Sin embargo la podrida reinterpretación que ofreció el Malleus Maleficarum, convirtió en monstruos a quienes antes se había considerado como sabios. Surgieron entonces ideas sobre brujas y brujería, ideas que fueron implantadas en el imaginario popular, y de las que una parte aún permanece. Se hablaba de sacrificios humanos y de juramentos de lealtad al demonio, de raptos de niños, de vuelos en escobas y aperos de labranza, de familiares con forma de pequeñas criaturas. Semejante despropósito llevó a que, en el siglo XVI, el Papa condenase a muerte a las brujas. Curiosamente, y pese a que en el imaginario popular se piensa que España fue uno de los países que las cazó con más celo, lo cierto es que la caza de brujas era muchísimo más frecuente en el norte de Europa, y que fue la Inquisición Española quien advirtió que no había que hacer caso al Malleus Maleficarum, libro al que acusó de sumamente peligroso por sus ideas extremistas y su incitación al odio.
Si algo dejó claro esta época, fue la distinción entre magia y ciencia, hasta el momento confusa. Gracias al Renacimiento ambas fueron separadas, y, mientras la ciencia se utilizaba para dar explicación objetiva de causa y efecto, la magia aplicaba explicaciones sobrenaturales que trataban de justificar de forma fantasiosa aquello que no se comprendía.
Nos quedamos en compañía de brujas e inquisidores. ¡Estad atentos al próximo artículo, pues será la conclusión de este viaje!
JOAQUÍN SANJUÁN