Dragonlance: Theros Ironfeld
A nivel personal, la novela Theros Ironfeld, de Don Perrin, escritor habitual de la Dragonlance durante sus primeros años, es a priori el título más interesante de la serie Warriors Serie, calidad de las propias novelas aparte. ¿Y esto por qué? Bueno, para empezar la saga de Pirvan (libros 1, 3, 5 y 7 de Warriors Serie, pero publicada en español como saga independiente) nunca me ha llamado particularmente la atención, ni tampoco el personaje. ¿Y qué pasa con los otros libros de la serie, aparecidos en la edición española como títulos individuales sin serie propia? Pues lo cierto es que Maquesta Nar-Thon no me parece tampoco un título interesante, pues considero que se trata de un personaje muy secundario como para que sea necesario dedicarle un libro. Finalmente, Lord Soth sí es un personaje lo suficientemente interesante como para ello, pero dicha novela no puede ir más allá de narrar el origen de dicho personaje. Sin embargo, Theros Ironfeld es un personaje estrechamente relacionado con la trilogía Crónicas de la Dragonlance, pese a que queda muy en segundo plano, ya que su historia transcurre, por así decirlo, fuera de plano. Recordemos que él está al principio, cuando los Compañeros escapan de Solace, y que más adelante es quien forja las lanzas Dragonlance, armas que resultan decisivas para derrotar a la Reina de la Oscuridad. Por eso, por su estrecha conexión con los sucesos de las Crónicas, la suya era la novela de esta serie que más ganas tenía de leerme.

Bueno, ¿y qué tal está dicha novela? Lo cierto es que no decepciona. El autor, Don Perrin, quien normalmente escribe historias relacionadas con enanos, no suele decepcionar, y Theros Ironfeld no es una excepción a esta norma. La novela comienza con un Theros niño, quien, después de que los minotauros ataquen su pueblo natal, marcha con estos como esclavo. Así estará diez años, hasta que logrará convertirse en un hombre libre y buscará su propio camino lejos del pueblo de los minotauros. Lo veremos crecer, prosperar, cometer errores, perderlo todo y volver a empezar; lo vemos crecer como hombre y como herrero, hasta que, después de diversas aventuras e incluso de pasar un tiempo con los elfos qualinesti (Gilthanas entre ellos), sus cansados pasos lo conducen hasta una pequeña ciudad en la que busca establecerse como herrero y vivir en paz, después de tantas aventuras y de tanta guerra. Esa ciudad es Solace, y no encontrará la paz que busca, pero sí encontrará allí algo mucho más importante: su destino, gracias a los Compañeros. La novela termina cuando Theros Ironfeld despierta en las jaulas rodantes que comparte con los Compañeros, después de que, tras perder un brazo luchando contra los draconianos, Goldmoon lo sane con sus poderes divinos. Una tarea aguarda aún a Theros, una tarea que cambiará el curso de la guerra...
La novela resulta de lo más interesante, y el protagonista, Theros Ironfeld, un personaje sorprendentemente carismático, transmite la misma o incluso más fuerza que en sus apariciones en las Crónicas. A nivel personal, el único problema que le veo a esta novela es que resulta demasiado corta y termina en un punto en el que aún queda mucho que contar sobre el protagonista. Me habría gustado mucho leer cómo se forja el brazo metálico por el que sería conocido más adelante, y también su periplo para forjar las Dragonlances que cambiaron las tornas de la batalla entre las fuerzas del bien y las del mal, los dos acontecimientos más notables en la vida del personaje, y también los dos por los que es más conocido entre los lectores de la saga. ¿Tendremos ocasión algún día de leer esas historias?
JOAQUÍN SANJUÁN