Leyendas de Lácenor: Los personajes de La Ciudad Blanca

20.07.2021

No cabe duda de que uno de los elementos más importantes de cualquier historia son los personajes; no en vano un buen personaje puede salvar una mala historia y un mal personaje puede hundir una buena historia. Son, además, quienes más interés despiertan por parte de los lectores, y buena parte de las preguntas que se nos hacen a los autores sobre nuestras publicaciones están relacionadas con ellos.
Las dos novelas de Leyendas de Lácenor cuentan entre ambas con un buen puñado de personajes. Ha llegado la hora de darles el reconocimiento que merecen, y lo haré a lo largo de dos artículos en los que hablaré respectivamente de los personajes de La Ciudad Blanca y de los de El Guardián Gris, las dos novelas con que cuenta la saga actualmente.
El primero de los dos libros, La Ciudad Blanca, tiene cuatro claros protagonistas principales, Cuervo, Brakus, Dharmia y Sabryna, y un antagonista, Cirn, el Paladín Blanco. Si bien hay otros personajes de interés, tales como Shylara o La Compañía Borracha, los dejaremos para una posible tercera entrega. Si todavía no has leído los libros (¿a qué esperas?), cuidado: ¡hay spoilers

CUERVO. Estamos ante el que claramente es el personaje más oscuro de los cuatro protagonistas de La Ciudad Blanca. Es, además, al que más cariño le tengo, pues el Cuervo de la novela es una evolución de un viejo personaje de rol que jugué durante años. La presencia de Cuervo en la historia responde a la necesidad de establecer un vínculo entre los protagonistas y el mundo de lo Oscuro, del que Cuervo conoce mucho más de lo que le gustaría. Su historia, por otra parte, es una absoluta tragedia: un niño no deseado, hijo de un esclavo humano y de una sacerdotisa éldayar, que es desechado por su madre y recogido por asesinos, quienes lo entrenan para convertirlo en un arma viviente. Tuvo además que matar a su único amigo, el esclavo humano que le enseñó su idioma. Cuervo tiene todos los ingredientes para convertirse en un personaje oscuro y malvado, pero es entonces cuando se rebela para huir de sus amos y convertirse en la némesis de estos; en un vigilante enmascarado que protege a aquellos que debían ser sus víctimas. Es una historia de fantasía para un superhéroe de cómic, lo que hace de Cuervo un personaje muy distinto de sus compañeros. Que se vea perseguido por el arrepentimiento a causa de los terribles actos que otros le obligaron a perpetrar no hace sino enriquecer esa alma atormentada, ese héroe torturado, que es Cuervo. 

Portada de la 4ª y 5ª edición de La Ciudad Blanca (Ediciones DLorean, 2013)
Portada de la 4ª y 5ª edición de La Ciudad Blanca (Ediciones DLorean, 2013)

SABRYNA. La guerrera del grupo fue una incorporación de última hora, y su función es la de establecer vínculos. Por un lado, ya conoce a Cuervo, con quien ha trabajado en el pasado, y por otro establece un vínculo con Dharmia después de que esta sea capturada. Además, y de forma más o menos discreta, establece también un vínculo con Tórak Zádor y con la Isla de Zadora, que cobrarán un gran protagonismo en El Guardián GrisSabryna es una mujer fuerte, independiente y con carácter, además de empática. A lo largo de La Ciudad Blanca se convierte en el alma del equipo y en el pegamento que consigue que dos individuos tan dispares como Brakus Puñopiedra y Cuervo trabajen juntos. Sabryna tiene reservado un papel especial dentro del grupo: el de ser la última superviviente, después de que Dharmia se sacrifique y de que Cuervo y Brakus queden atrapados en Senestria. Si La Ciudad Blanca es una historia independiente que al mismo tiempo sirve como antesala a El Guardián Gris, Sabryna es el hilo conductor entre ambas historias, y será uno de los personajes más atormentados en la segunda novela. Precisamente ese es el motivo de que tenga una menor carga trágica en La Ciudad Blanca de la que soportan sus compañeros. Basé tanto el aspecto de Sabryna como su nombre y apellido en un personaje de una vieja serie de animación japonesa, y, en retrospectiva, pienso que debí ponerle otro apellido, que también es un guiño a esa vieja serie. Por cierto: no-premio para quien identifique las tres referencias mencionadas (aspecto, nombre y apellido). Os advierto que es difícil.

BRAKUS PUÑOPIEDRA. El viejo paladín enano acude a Orium para detener a su antiguo discípulo, el conocido como Paladín Blanco, quien se ha convertido en un fanático que no distingue o no quiere distinguir entre inocentes y culpables. Si nos ponemos en situación es fácil comprender que para Brakus no hay nada más importante que detener a Cirn. Como profesor puedo hacerme una idea de lo que debe ser que alguien utilice aquello que le has enseñado para hacer daño a los demás. El enano se siente responsable del monstruo en que se ha convertido Cirn, y se siente así porque en parte lo es. Si Cuervo es el vínculo entre la Oscuridad y los cuatro héroes, Brakus lo es entre ellos y la Luz. Entre ambos poseen una serie de conocimientos sobre los poderes sagrados que resultan fundamentales para detener a los demonios que surgen en las profundidades de Orium. Es también la veteranía y la experiencia, en contraste con la juventud y frescura que aporta Dharmia al grupo. Una de mis escenas favoritas de Brakus tiene lugar al principio, cuando, estando en la taberna, queda al descubierto como paladín de la Luz y descubre horrorizado que aquello que debía mostrarlo como baluarte de los inocentes y campeón del bien lo convierte, a causa de los actos de su antiguo discípulo, en alguien que provoca el más absoluto terror en los demás. Después de eso, ¿cómo podía Brakus perdonarle la vida a Cirn? 

Portada de la 1º y 2ª edición de La Ciudad Blanca (Ediciones Parra, 2010)
Portada de la 1º y 2ª edición de La Ciudad Blanca (Ediciones Parra, 2010)

DHARMIA. La más joven del grupo es también, como suele pasar, la más idealista e impetuosa. Diría más: si Sabryna es el alma del grupo, Dharmia es su corazón. Pese a todas las palabras y advertencia de su tío, Dharmia sencillamente se niega a aceptar que, en determinadas situaciones, no hay nada que uno pueda hacer para cambiar las cosas ni para ayudar a los que lo necesitan. Seguramente un personaje más maduro habría hecho caso de las advertencias y se hubiese quedado al margen, pero entonces Orium no se habría salvado. Conviene recordar que es Dharmia quien inspira a los ciudadanos de Orium para que se alcen contra la Orden Blanca, y que es ella, sacrificio mediante, la que hace posible que los héroes derroten a los demonios. Por eso, si Brakus es la calma y la razón de la experiencia, Dharmia da voz en La Ciudad Blanca a los jóvenes, quienes, con su impulsividad y fogosidad, inician buena parte de los levantamientos que a veces conducen a mejoras sociales para todos. No es casualidad que su elemento sea el fuego. Muchos lectores me han preguntado que por qué tenía que matar a Dharmia, precisamente a ella, en la recta final de la novela. Que la gente me haga esa pregunta es el motivo de que fuese ella, a decir verdad. Me explico. La muerte del viejo enano después de que derrotase a su discípulo descarriado habría sido casi de esperar; un cierre con poco impacto. La del mestizo en busca de redención podría haberse percibido incluso como una victoria para el personaje, pues habría muerto libre, pero lo necesitaba donde lo dejé, pues su situación al final de la novela será la que motivará a Sabryna a tomar cierto camino. Podría haber sido Sabryna, pues seguramente el efecto causado no habría distado mucho del conseguido con Dharmia, pero, como señalaba anteriormente, este personaje debía actuar de enlace con la siguiente novela. Dharmia, al contrario de lo que sucedía con los demás, era un personaje joven y lleno de fuego (literal y metafóricamente), con toda una vida por delante. Su muerte, además de resultar de lo más dolorosa e imprevisible, es un recordatorio: la vida no es justa. 

Portada de la 3ª edición de La Ciudad Blanca (Ars Epica, 2011)
Portada de la 3ª edición de La Ciudad Blanca (Ars Epica, 2011)

CIRN. Este personaje toma distintas influencias de los cómics, de videojuegos y de novelas. Es, de alguna manera, una amalgama que reúne algunos elementos que me parecieron fascinantes para un antagonista. A día de hoy, después de todos estos años, sigo muy satisfecho con el personaje (aunque no tanto con el final que le di en El Guardián Gris). Cirn, además, es una crítica social contra lo peligroso que puede ser el fanatismo ciego. No solo el fanatismo religioso, como parece darse a entender en la historia, sino cualquiera, en realidad. Porque sí, el fanatismo es una de las cosas más peligrosas que puede ofrecer el ser humano, pues hace a las personas ciegas y sordas a todo lo que no sean sus propias creencias y convicciones, además de que convierte en enemigo a cualquiera que no comulgue con esa forma de pensar. Cuidaos de esa clase de gente. Cirn es uno de esos villanos que no buscan hacer el mal ni causar daño a los demás, al menos no por el placer de hacerlo. Busca un bien mayor, y para ello está dispuesto a hacer el sacrificio que sea necesario. Nunca se detendrá para considerar si está obrando bien o no, simplemente porque, para él, sus actos están sobradamente justificados. Lo único que lamento de este personaje es el final que le di, tal y como he comentado antes. Sin embargo me gustaría volver a escribir sobre el Paladín Blanco o, en su defecto, sobre la Orden Blanca. Quizá en un futuro lo haga. 

TORO. No puedo acabar sin dedicar unas líneas a Toro, un personaje que nació cuando ya estaba sumergido en la escritura de la novela, y que cobró forma por sí solo, como a veces pasa con algunos personajes. Se convirtió por méritos propios en un secundario de lujo que, además, cuenta con un relato posterior a La Ciudad Blanca y con un fantástico cómic de cuatro páginas dibujado por Daniel Eduardo Mendoza y que ha sido publicado en varias revistas y plataformas. Si bien consideré usarlo en El Guardián Gris (y de hecho existen versiones previas de la novela en las que aparece y se enfrenta a Caronte), finalmente lo dejé en reposo. Al igual que sucede con Cirn, me gustaría volver a utilizarlo en el futuro.

Cuervo, Brakus, Sabryna y Dharmia son cuatro personajes repletos de matices y que cargan, cada uno a su manera, con su propia historia, historias que a menudo tienen una elevada carga trágica. Sin duda cada lector tendrá su favorito (hasta donde yo sé, los que más seguidores tienen son Cuervo y Dharmia), pero todos tienen algo que los hace especiales. O quizá es que yo los veo con ojos de padre, ¿quién sabe? Sea como sea, hay una cosa que sé con certeza: el viaje que viví con ellos mientras trabajaba en La Ciudad Blanca, mi primera novela, fue inolvidable. 

Próximamente, hablaremos de los personajes de El Guardián Gris, pues de Tórak Zádor, Caronte, Nam, Nórbak y Necro también hay mucho que contar. Hasta entonces, os dejo un enlace bajo estas mismas líneas en el que podéis comprar La Ciudad Blanca.

¡Nos leemos!

JOAQUÍN SANJUÁN