Reseña de El Bosque de las Luciérnagas
Os traigo una nueva reseña de Rosa Romero, esta vez de El Bosque de las Luciérnagas, segundo libro de la serie Lobos de Grímnir. ¡Y aprovecho para agradecer aquí a la autora su interés en la saga!
Recordad que, si aún no tenéis la novela y queréis haceros con ella, solo tenéis que hacer clic en la imagen para poder comprarla tanto en formato físico como digital. Recordad también que podéis leer el primer capítulo de El Bosque de las Luciérnagas AQUÍ.
¡Dentro reseña!
JOAQUÍN SANJUÁN
La saga Lobos de Grímnir, de Joaquín Sanjuán no solo mantiene su fuerza con esta segunda entrega, sino que la profundiza, la ensancha y la dota de una sensibilidad inusitada. El Bosque de las Luciérnagas es más oscuro, más visceral y, sorprendentemente, más tierno que su predecesor. Si Lobos de Grímnir fue una carta de presentación sangrienta, épica y directa, este segundo volumen nos lleva por caminos más íntimos y filosóficos, sin dejar de lado la acción y el horror característicos de su universo.
Tras
los eventos del primer libro, Aylein y Drakyo continúan
su errante cacería de horrores, enfrentándose esta vez a
constructos aberrantes, esclavistas y a una amenaza silenciosa que
crece en los márgenes del mundo conocido. El enfrentamiento inicial
con un golem de cadáveres ya deja claro que esta entrega no tiene
intención de bajar el ritmo, pero lo que realmente destaca es cómo,
a lo largo de la historia, la relación entre ambos protagonistas se
ve puesta a prueba de formas profundas: físicas, éticas y
emocionales.
Drakyo,
fiel a su estilo, continúa siendo el dvergar endurecido por el
combate y el sarcasmo, pero esta vez lo vemos enfrentarse a sus
propias limitaciones. Herido gravemente, su papel se transforma de
protector a protegido, y el peso de la historia recae sobre Aylein.
Es aquí donde Sanjuán despliega uno de sus mayores logros:
convertir a Aylein en la verdadera heroína de la saga. La
vemos huir, sufrir, luchar y resurgir, no como la aprendiz de
cazadora que conocimos, sino como una guerrera en pleno derecho. El
momento en que se enfrenta sola a una horda de esclavistas y colosos
mecánicos es simplemente antológico.
Narrativamente,
el bosque —protagonista implícito— se convierte en un personaje
más. No es solo escenario: es refugio, trampa, santuario y castigo.
La prosa se vuelve más poética en estas secciones, casi onírica,
especialmente cuando Aylein cae en la grieta y encuentra lo
que podría ser el eco de una civilización antigua. Las raíces, las
luciérnagas, los pasadizos vivientes... Todo evoca esa fantasía
feérica ancestral que se contrapone brutalmente con el mundo
industrializado, esclavista y oscuro que asciende en la superficie.
La crítica al mundo decadente que ignora lo sagrado de la vida se
filtra sin sermonear.
La
acción sigue siendo brutal y precisa, pero aquí adquiere un tono de
tragedia. La batalla no siempre es gloriosa: dado a veces se torna en
una cuestión de sobrevivir lo suficiente para que otro pueda
escapar, dando con ello una lección sobre sacrificio y amor. Y eso
es algo que se refleja en la estructura misma de la novela, en la que
encontramos momentos de ritmo frenético, sí, pero también otros en
los que el silencio, el temor y la incertidumbre se imponen.
Una mención especial merece el personaje de Rey Tejón, presentado hacia el final, que promete dar mucho juego en el futuro. Un guerrero dvergar salvaje, brutal y ancestral que responde al llamado de los suyos como si los antiguos espíritus aún habitaran la tierra. Su llegada, prefigurada por el cuervo mensajero, es un cierre poderoso que deja la puerta abierta a una inevitable confrontación de proporciones épicas.
En conclusión, El Bosque de las Luciérnagas no solo es una secuela digna, sino que es mejor, más rica y más compleja. Sanjuán no se limita a repetir la fórmula del primer libro; la expande y profundiza. Nos habla del dolor, del miedo, de la resiliencia, y de la necesidad de fe incluso en medio de la oscuridad. La saga Lobos de Grímnir se consolida aquí como una de las más prometedoras del panorama fantástico en español. Y lo que viene, no me cabe ninguna duda, promete ser aún mejor.
ROSA
ROMERO
roro86@gmail.com