Reseña de La Llama Eterna

16.05.2025

Tras el lanzamiento de la nueva serie Lobos de Grímnir: Orígenes con La Llama Eterna, el primer libro de la misma, no podía faltar en la página web la habitual reseña de nuestra colaboradora Rosa Romero, seguidora de la saga. 

Si aún no tenéis la novela y queréis haceros con ella, solo tenéis que hacer clic en la imagen para poder comprarla tanto en formato físico como digital. 

¡Dentro reseña!

JOAQUÍN SANJUÁN


Con La Llama Eterna, Joaquín Sanjuán amplía el mundo de Lobos de Grímnir con una entrega profundamente enraizada en el folclore dvergar y la geopolítica subterránea. Este volumen, que inicia la nueva serie Lobos de Grímnir: Orígenes, se siente como el verdadero despertar de una amenaza latente que va más allá de la eterna lucha entre Luz y Oscuridad: una guerra fratricida, ancestral y a punto de estallar bajo la superficie del mundo.

El corazón de esta novela está en Nidavellir, el mítico reino de los dvergars, una maravilla vertical de piedra, vapor y runas, oculta en las Montañas Vorgrim. Sanjuán lo describe con una riqueza sensorial desbordante: ciudades excavadas en la roca viva, ascensores impulsados por vapor, guardianes de piedra rúnica, pasarelas colgantes y estalactitas habitadas que penden como colmenas. Pero Nidavellir no solo es impresionante por su construcción: también es un reino herido por la sospecha, dividido por antiguos pactos rotos y cicatrices que supuran desconfianza.
Es aquí donde entra en juego Terra Umbría, el inframundo dvergar que alberga la disidente ciudad dvergar Rocamuerte. Sus habitantes han roto con las prácticas tradicionales de respeto a los elementos, eligiendo explotar el poder del fuego y la piedra de forma agresiva y blasfema. En lugar de pedir permiso a la montaña, la saquean. En lugar de armonía, imponen su dominio. Y lo peor: han hecho tratos con fuerzas que ningún dvergar sensato invocaría.

La tensión crece a medida que exploramos los túneles fronterizos, las expediciones iniciáticas y los encuentros con criaturas imposibles como nidhugs, sierpes de magma o umbrarañas. El terror no es solo físico, sino espiritual: un nuevo culto oscuro crece en Rocamuerte, y todo apunta a que se prepara una guerra entre hermanos. En este contexto, la novela alcanza un tono casi profético, donde los ecos de la Caída de los Dioses y la debilidad de la Luz resuenan bajo tierra con un peso tectónico.
Raka, una guía dvergar curtida, nos lleva de la mano en este mundo subterráneo, y su pragmatismo contrasta con el fanatismo y la ignorancia de otros. La secuencia en la que su grupo es observado por un asesino de Rocamuerte, abatido en silencio por un acechador anónimo de Nidavellir, condensa a la perfección la gravedad del conflicto: la guerra aún no ha comenzado oficialmente, pero ya se está librando entre las sombras.

En paralelo, la novela nos ofrece una subtrama desgarradora ambientada en la superficie, en el Reino de Avonn

Aquí conocemos el trágico origen de Hirk y Aylein, dos niños prisioneros del demente científico Ivald, quien mezcla fe religiosa con tecnología en una visión distorsionada de la salvación. Si bien esta línea argumental ya es conocida para los lectores de libros anteriores, La Llama Eterna la profundiza con crudeza y ternura: el encuentro entre ambos, su conexión silenciosa, y el heroísmo de Hirk ofrecen el contrapunto emocional perfecto a la épica oscura de los dvergar.
El vínculo entre ambas tramas se manifiesta de manera sutil pero significativa. Los horrores de la superficie y los horrores de las profundidades no son tan distintos: ambos nacen del desprecio por lo sagrado y del uso perverso del poder. Ya sea en nombre de la Luz o del Fuego, tanto Ivald como los dvergars de Rocamuerte representan el mismo pecado: la arrogancia de jugar a ser dioses.

En definitiva, La Llama Eterna es una joya dentro de la saga Lobos de Grímnir. Ofrece no solo un fascinante viaje a las entrañas del mundo, sino también una advertencia velada sobre los peligros del rencor, la ambición desmedida y la ruptura de los lazos ancestrales. Joaquín Sanjuán consolida aquí su universo como un escenario no solo de batallas y monstruos, sino de culturas vivas, complejas y enfrentadas por mucho más que espadas y hechizos.
El conflicto, con toda su densidad mítica, está a punto de estallar.

ROSA ROMERO