Material sensible, de Neil Gaiman
Material sensible es uno de los tres libros de relatos de Neil Gaiman publicados hasta la fecha. Como es habitual en los trabajos del escritor inglés, nos encontramos con una serie de historias con una alta carga de fantasía, repletas de elementos sobrenaturales y mágicos e incluso con una patente oscuridad que algunos de los textos desprenden con más intensidad que otros. Este libro de relatos en particular ofrece, además, dos sorpresas que serán muy bien recibidas por los lectores en general y por los amantes de la obra de Gaiman en particular. ¿Queréis saber más? ¡Veamos la autopsia del libro!
Material sensible abre con una introducción del propio Neil Gaiman, a lo largo de la cual narra cómo nació la presente antología y explica al lector algunas interesantes curiosidades de la misma. Pero es que, además, ¡da una explicación detallada de cómo surgió cada uno de los veinticuatro relatos que componen el libro! Por si fuera poco, cierra la antología con Créditos, una sección en la que el autor explica y detalla dónde y cuándo fueron publicados los relatos del libro antes de ser recopilados para Material sensible.
Algunas de las historias son tan solo pinceladas breves, un puñado de letras que apenas ocupan unas pocas páginas, de textos para leer en un breve suspiro. Es el caso de los poemas Mi última casera, El oficio de bruja, En Relig Odhráin y Ceñirse a las formalidades, pero también de Cómo montar una silla, un simpático y curioso texto en el que Neil Gaiman nos cuenta... cómo montar una silla. Aún más extraño es Naranja, una historia narrada a través de respuestas a un cuestionario; una historia realmente desconcertante. Completan este apartado de textos breves los relatos En la oscura profundidad del mar, estremecedor e impactante, Una historia de aventuras, divertido a la par que desconcertante, y Clic-Clac, el sonajero, al que definiría como perturbador. Muy perturbador.
Hablemos ahora de cuentos. A Neil Gaiman le gustan los cuentos de hadas, como bien sabrán aquellos que hayan leído algunas de sus obras. De hecho, uno de sus trabajos más populares, Stardust, es por sí mismo un cuento de hadas. Todo esto queda reflejado en la antología, en la que los cuentos consiguen cierto protagonismo a través de varias historias. Hablo de La joven durmiente y el huso, una historia que combina los cuentos de Blancanieves y de La bella durmiente, y lo hace aportando un giro de tuerca interesante y sorprendente a ambas historias.
No hay que olvidar diferentes relatos que Gaiman escribió como regalo u homenaje a otros autores. Tenemos El hombre que olvidó a Ray Bradbury, escrito por el autor como regalo para el propio Ray Bradbury; Jerusalén, inspirado en un poema de William Blake; «Y llora, como Alejandro», influenciado por la obra de Arthur C. Clarke, e incluso Un laberinto lunar, un cuento que escribió Gaiman para Gene Wolfe como respuesta a su cuento Un laberinto solar. También pertenece a este grupo El retorno del delgado duque blanco, que fue escrito para ilustrar un trabajo basado en una canción de David Bowie.
Ocultos entre las dos docenas de obras que componen la antología encontramos también algunos trabajos muy personales de Neil Gaiman. Un conjuro contra la curiosidad es un curioso relato basado en un texto que el propio autor escribió en el instituto, y por el que le pusieron mala nota alegando que era tan original que debía haberlo copiado de algún sitio. Diamantes y perlas: un cuento de hadas y Terminaciones femeninas son dos relatos particularmente personales, pues cada uno de ellos ofrece un retazo de la historia entre Gaiman y Amanda Palmer, su esposa. No puede faltar entre los textos más personales del escritor Lo que pasa con Cassandra, una historia de amor tan real como irreal y desconcertante, basada en la propia juventud del autor.
He dejado para el final los cinco relatos más extensos de la antología, pues quería comentar cada uno de ellos de forma individual.
El primero es «La verdad es una cueva en las montañas negras...», protagonizado por un lugar real oculto en una isla de Escocia, un lugar mágico y casi sobrenatural que inspiró a Gaiman uno de los relatos más interesantes de la antología.
Le sigue El caso de la muerte y la miel, una historia protagonizada por el mismísimo Sherlock Holmes, personaje de cuyas historias Gaiman se confiesa un absoluto enamorado. Sin embargo, por más que escriba a Sherlock Holmes, Gaiman es Gaiman. Si esperáis algo remotamente parecido a las historias clásicas del detective, os llevaréis una enorme sorpresa.
Un calendario de cuentos no es un relato por sí mismo, sino que engloba doce historias cortas, una por cada mes del año. Las escribió Neil Gaiman basándose en lo que, redes sociales mediante, miles de personas le dijeron qué significaban para ellos los diferentes meses del año. Sensaciones, historias y anécdotas que fueron recogidas por el autor para, tras una cuidadosa selección, dar forma al precioso compendio titulado Un calendario de cuentos.
Black Dog es una historia protagonizada por Shadow Moon, el protagonista de la novela American Gods, también escrita por Gaiman. Se trata de una historia corta, pero cargada de oscuridad, mitología y magia, como no podía ser de otra manera tratándose de American Gods.
Terminamos con Las nada en punto, un relato de Dr. Who (serie para la que Neil Gaiman escribió La esposa del Doctor, un episodio que recibió varios premios). Al igual que dicho capítulo de la serie, el relato está protagonizado por el décimo doctor, encarnado por Matt Smith, a quien acompañan Amy Pond y Rory Williams, la entrañable pareja de acompañantes que siguió al décimo Doctor durante casi toda su trayectoria. Disfrutaréis el relato, tanto si conocéis a El Doctor como si no.
Veinticuatro relatos (treinta y cinco, en realidad, si tenemos en cuenta que Un calendario de cuentos son doce bajo un mismo título) en una antología que merece ser disfrutada despacio y sin prisa, con calma, como quien saborea un buen vino. Os aseguro que encontraréis al menos uno o dos textos que os tocarán el alma muy profundamente. A fin de cuentas es lo que mejor sabe hacer Neil Gaiman, ¿verdad?
JOAQUÍN SANJUÁN